Las atrocidades nazis olvidadas en la isla británica de Alderney
Cuando las SS se hicieron con el control del Sylt en 1943 lo convirtieron en el único campo de concentración dentro del Imperio británico
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En junio de 1940, la situación era complicada para las fuerzas aliadas. Francia acababa de firmar el armisticio en el que se establecieron las bases de la ocupación alemana y el Reino Unido entendió que defender el Canal de la Mancha tendría unos costes inasumibles. Por eso desde Londres se decidió evacuar las islas. Personal y equipo militar, junto a miles de civiles, abandonaron los bailiazgos (bailiwicks) de Jersey y Guernesey.
Las tropas nazis no desaprovecharon la oportunidad que les habían brindado sus enemigos. Cuando la Luftwaffe aterrizó en Alderney, la isla más al norte del canal, se la encontró totalmente vacía porque sus más de 1.400 habitantes habían sido desocupados. Y lo que allí desarrollaron los soldados de Hitler es algo que las autoridades británicas han ocultado con vergüenza durante 70 años.
Conquista
Los alemanes se hicieron con facilidad con la isla de Alderney, dentro de su plan para hacer un ‘Muro Atlántico’
Según revelan los arqueólogos de la Universidad de Staffordshire en un artículo publicado en la revista Antiquity , las SS (Schutzstaffel, la ‘guardia pretoriana’ del Führer) convirtieron el sitio en el único campo de concentración nazi en suelo británico. Un lugar en el que murieron 700 personas mientras muchas más perecían viajando hacia o desde esta isla.
“El sitio actualmente está cubierto de vegetación y es muy difícil visualizar los terribles crímenes perpetrados allí. Pero debajo de ese suelo, existe una cantidad considerable de evidencias que hemos registrado en detalle por primera vez, arrojando nueva luz sobre las experiencias de los trabajadores forzados y los esclavos alojados allí, y las acciones de quienes los encarcelaron”, explica a La Vanguardia la profesora Caroline Sturdy Colls, autora principal de la investigación.
Alderney fue la única parte del Imperio británico conquistada por el ejército alemán. “Allí construyeron varios campos de trabajo forzado y dos de ellos, Sylt y Norderney, pronto se transformaron en campos de concentración. Inicialmente albergaron apenas unos cientos de individuos, pero un año después la población de trabajadores esclavos se expandió a más de 1.000”, añade.
Sylt fue cerrado cuatro años después y las SS destruyeron gran parte de la documentación del centro “para ocultar sus crímenes”. Tampoco al Gobierno británico le interesó mucho indagar, a tenor de lo que detallan los historiadores. En 1945, poco después de la guerra, una investigación gubernamental documentó muchas de las atrocidades en el sitio. “Sin embargo, no se hizo pública hasta 1981 y, cuando se lanzó, minimizaba las brutalidades cometidas, en un esfuerzo por acabar con los rumores sobre un ‘campo de exterminio’ en la isla”, apunta Sturdy Colls.
El tema sigue siendo “tabú” en Alderney y por eso el equipo de arqueólogos se propuso desentrañar algunos de los secretos que siguen escondidos en el lugar. Su investigación ha revelado “condiciones terribles en el campamento de Sylt”. Para ello utilizaron una variedad de métodos no invasivos para estudiar la historia del campo: examinaron fotos desclasificadas de reconocimiento aéreo, relatos de antiguos prisioneros, estudios geofísicos para hacer un mapa del sitio y también excavaron los restos que quedan en la isla.
Los registros históricos indican que el campo fue construido para alojar prisioneros políticos procedentes de Europa del Este dos años después de que los nazis hubieran ocupado la isla en 1940. Esto marcó el “último peldaño antes de la conquista de la Gran Bretaña continental” según indicaba la propaganda nazi. En poco tiempo, los presos se convirtieron en esclavos obligados a construir fortificaciones costeras como parte del “Muro Atlántico” de Hitler, que tenía como objetivo impedir que los aliados invadieran el continente europeo desde Gran Bretaña.
“Las condiciones eran difíciles y la quinta parte de la población del campamento murió en los primeros cuatro meses”, indica Carolina Sturdy Colls. Eso no fue impedimento para que Sylt aumentara “dramáticamente” tanto en tamaño como en medidas de seguridad en el proceso de convertirse en campo de concentración. “El hacinamiento en los barracones fue extremo, con menos de 1,5 metros cuadrados de espacio por persona”, señala.
Sylt fue originalmente uno de los campos más pequeños de toda la red creada por los alemanes (que llegó a 44.000 sitios por toda Europa), albergando entre 100 y 200 prisioneros en 1942. Sin embargo, cuando las SS se hicieron cargo del lugar en 1943, el número de reclusos aumentó a al menos 1.000, de los cuales 103 murieron, de acuerdo con la documentación de los nazis. “Algunas fuentes -indica la investigadora- informan que muchos más perecieron, llegando hasta las 700 personas”.
Wilhelm Wernegau era un de los reclusos del campo de concentración y su testimonio, recogido por los autores del estudio, de las duras condiciones que tuvieron que soportar es inequívoco. “En mi barraca (de unos 14 metros de largo) había alrededor de ciento cincuenta hombres, o tal vez algunos más. Y esa es la cantidad de gente que aproximadamente había en cada cabaña”, recuerda.
Pero no era solo el amontonamiento. Las condiciones atroces en las que vivían se veían acentuadas por otros condicionantes. “Teníamos mantas de paja y durante todo el tiempo que estuvimos en Alderney sufrimos terriblemente por los piojos”, afirmaba Wernegau. Los historiadores creen que el hacinamiento, combinado con los bichos y el maltrato, contribuyeron a un brote de tifus que pudo haber matado hasta 200 prisioneros en Sylt.
Alrededor del campo se fueron construyendo vallas con alambre de púas y torres de vigilancia. Los guardias perseguirían a los prisioneros con perros para obligarlos a atravesar estas cercas antes de dispararles por intentar escapar, según varias fuentes consultadas por el equipo de Sturdy Colls. Los arqueólogos incluso encontraron un túnel “bien iluminado” que iba desde el interior de un baño hasta el exterior del campamento. Su hipótesis es que sirvió como vía de escape hasta un refugio antiaéreo o para introducir prostitutas para los guardias. O quizás para ambas cosas a la vez.
Origen: Las atrocidades nazis olvidadas en la isla británica de Alderney