¿Llegó otro navegante a América ocho años antes que Colón? El misterio sin resolver del mapa de Piri Reis
Fue hallado por casualidad en el Palacio de Topkapi en 1929. Estaba oculto en una pared y fue realizado por un cartógrafo otomano a principios del siglo XVI. El Gobierno turco no lo expone al público y ha generado múltiples teorías sobre su significado
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El descubrimiento se produjo por casualidad una tarde de octubre de 1929. El teólogo Gustav Adolf Deissmann se encontraba inspeccionando y clasificando los miles de volúmenes que contenía la biblioteca del Palacio de Topkapi, en Estambul. El trabajo se lo había encargado el Gobierno turco, que había decidido convertir el histórico edificio en un museo a la altura de los éxitos del recién desaparecido Imperio Otomano. Escondido entre dos paredes, en un pequeño recoveco apenas perceptible, aparecieron dos fragmentos de un mapa de principios del siglo XVI, dibujado sobre piel de gacela, cuya existencia no se conocía hasta ese momento.
Con los primeros análisis se pensó que formaba parte del ‘Libro de las Materias Marinas‘, un atlas náutico del marino otomano Piri Reis, publicado en 1521, que recogía información exhaustiva del Mediterráneo. Pronto descubrieron que no era así, pero no andaban muy lejos. Al estudiarlo con mayor precisión, los investigadores vieron que presentaba una extraña anomalía: al oeste de la Península Ibérica y de África se podían distinguir grandes porciones de costa que parecían corresponder a América, en especial a la parte más meridional, y a la Antártida, algo extraño si tenemos en cuenta que no deberían haber estado en ese mapa.
¿Por qué? Porque este estaba fechado en el año 919 del calendario musulmán, correspondiente a 1513 en el cristiano, y por aquel entonces esas dos regiones no eran, supuestamente, conocidas en Europa. Todavía no habían sido descubiertas por el viejo continente. Además, los márgenes estaban plagados de inscripciones que remitían a Cristóbal Colón y de dibujos parecían contar algunas historias de los hallazgos que se habían producido en los años inmediatamente anteriores a esa época.
Todo ello aportaba información muy valiosa, pero también desconcertante. En el texto se explicaba que las fuentes utilizadas para su elaboración fueron «los antiguos dioses del mar». Por otro lado, entre los dibujos se incluían animales exóticos que aún no habían sido descubiertos, situados en los puntos exactos donde habitaban siglos atrás, según los estudios realizados en la Edad Contemporánea. Por ejemplo, aparece un alce en la región dibujada que representa a la Antártida, pero en realidad no podía vivir ahí a principios del siglo XVI. De acuerdo con las predicciones climáticas, la última vez que el continente registró una temperatura algo más cálida a la actual para que pudieran sobrevivir fue hace más de 100.000 años.
«Mapa inexplicable»
Al final llegaron a la conclusión de que el autor del mapa era igualmente Piri Reis, cuyo nombre real era Ahmed Muhiddin Piri, el citado marino y cartógrafo otomano que vivió entre 1465 y 1553. Según la traducción de sus explicaciones en los márgenes, lo había elaborado a partir de otro mapa, hoy desaparecido, que había conseguido de un prisionero castellano que había acompañado a Colón en sus tres primeros viajes. La información de primera mano que este le proporcionó, fue completada con la extraída de esas supuestas fuentes de «los antiguos reyes del mar».
Empezó a dibujarlo en 1511 y lo terminó en 1513. Cuatro años después se lo presentó al sultán Solimán el Magnífico, quien quedó tan maravillado con el resultado que lo premió con el título de almirante. Cinco siglos después, cuando el mapa se hizo cada vez más conocido a pesar de que el Gobierno turno no lo mostró al público en muchas ocasiones y, mucho menos, dejó que los investigadores accedieran a él para estudiarlo, nació un debate sobre si había existido un conocimiento geográfico previo al descubrimiento de Colón de aquellas regiones desconocidas, todavía, a principios del siglo XVI.
La teoría más extendida se remonta a 1501, cuando los otomanos capturaron siete naves cerca de las costas españolas. Al frente de dicha flota estaba el capitán Kemal Reis, tío de Piri Reis. Uno de los prisioneros decía poseer, como ya apuntamos, un mapa dibujado por el propio Colón. Consciente de su importancia, el corsario se lo envió a su sobrino cartógrafo para que pudiera estudiarlo. Diez años después, y tras reunir otras fuentes cartográficas procedentes de nuevos saqueos, según explicaba una de las notas, nuestro protagonista elaboró el conocido popularmente, hoy en día, como el «Mapa inexplicable».
El descubrimiento, en 1485
Una de las teorías más sorprendentes sobre este documento es la defendida por Javier Sierra, el famoso divulgador y escritor español, quien sugiere que los europeos llegaron a América en 1485 y no en 1492. Lo explicó en una larga entrevista para el Cultural de ABC, en 2013. «Es un tema que en España es tabú, pero existen suficientes indicios arqueológicos que lo sugieren. Incluso hay historias que hacen suponer que el almirante tuvo acceso a información privilegiada», aseguraba, antes de aportar la primera prueba de Alonso Sánchez, el ‘prenauta’ que tiene un monumento en Huelva.
Sierra contaba que este habría tocado la costa americana antes que Colón, pero que su nao se hundió en el camino de regreso. Antes de morir en La Gomera, este le habría contado algunas cosas que había visto al famoso navegante, las cuales, probablemente, le ayudaron a decidirse a realizar su famoso viaje en 1492. A continuación, sin embargo, se refiere al mapa de Reis como otra de las pruebas:
«Se han cumplido cinco siglos desde su elaboración. El almirante Piri trazó un atlas del mundo: la mitad europea se perdió, no sabemos dónde está el mapa del Mediterráneo, pero conservamos la parte que muestra lo que hay más allá de las columnas de Hércules. Allí aparece la costa atlántica americana con elementos cartográficos sorprendentes. Reis cartografió el Amazonas, que no se había descubierto aún; dibujó en su latitud correcta la cordillera de los Andes, que se descubrirá en 1532, cuando llegó Pizarro a Cuzco; aparece cartografiado el Orinoco, que tampoco se había descubierto oficialmente en esa fecha; o las islas Malvinas, que no se descubrirán hasta 1592. En el texto que lo acompaña, el almirante Piri nos cuenta que ese mapa lo ha confeccionado no porque haya ido a esas tierras, sino porque ha consultado cartas de navegación muy antiguas de Estambul, algunas de las cuales procedían de la desaparecida biblioteca de Alejandría. Y cita incluso que interrogó a un piloto que había ido con Colón en sus viajes».
El periodista de ABC, insiste con extrañeza: «Pero Piri Reis cifra la fecha del viaje de Colón a América en el año 890 de la Hégira». A lo que Sierra responde: «El año 890 de la Hégira no es 1492, sino 1485. Y 1485 es un año muy misterioso. Colón ha desaparecido de la corte de Juan II de Portugal después de sentirse traicionado: el Rey le ha querido robar su proyecto de circunnavegación del globo y ha enviado hacia América a otro navegante que termina volviendo con la nao desarbolada. Colón se enfada y abandona la corte, y será en 1485 cuando reaparezca, después de meses en paradero desconocido, en la corte de los Reyes Católicos pidiendo ayuda económica para su proyecto. Este lapso coincide justo con la fecha que da el mapa de Piri Reis para el viaje de Colón. ¿Estuvo el almirante en América antes de 1492? La idea resulta muy sugerente para un novelista como yo».
«Aquí hay dragones»
Lo que más destaca en esta obra es la gran diferencia que hay entre una cartografía muy exacta de la costa española, portuguesa y africana, que aparece perfectamente definida en la parte derecha según los conocimientos actuales, y la enorme inexactitud de lo que serían las costas de América y la Antártida. Un aspecto que resulta más evidente si nos fijamos en que ambos continentes aparecen unidos, cuando en realidad están separados por los cerca de mil kilómetros que mide el Pasaje de Drake.
Además, en la zona que correspondería al sur del continente americano aparecen dibujos de animales fantásticos, como reptiles antropomorfos y hombres sin cabeza, algunos de ellos semejantes a los que se representaban en la mitología romana. Esto ha llevado a muchos expertos a pensar que las costas representadas en la parte izquierda del mapa representan, de una forma confusa e intuitiva, una región que estaban convencidos de que existía pero que todavía no se había explorado. Por eso estos territorios solían representarse dibujando sobre ellos criaturas fantásticas o la frase «hic sunt dracones» («aquí hay dragones»), una metáfora de los peligros desconocidos que podrían esperar los futuros exploradores.