Lo que la industria aprendió de la Primera Guerra Mundial – BBC Mundo
La guerra impulsó la creación de industrias, revolucionó la economía, la inversión y el empleo y hasta cambió el centro financiero del mundo. Y, como en las trincheras, también hubo ganadores y perdedores.
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Muerte, exaltación del patriotismo y estancamiento militar son temas para clases sobre la Primera Guerra Mundial.
Pero lejos del fango de las trincheras, avances en la ciencia y la industria ayudaron a decidir el desenlace del conflicto.
Algunos negocios prosperaron, mientras que otros vieron una necesidad de regeneración.
Pero en medio del frenesí de las invenciones y reinvenciones, mientras los cuerpos se apilaban, algunas personas estaban haciendo dinero.
La primera línea de las novedades, los tanques y los aviones, a veces hace que olvidemos algunos de los avances que más usamos hoy.
Eso incluye, según la historiadora de la universidad de Leeds Elizabeth Bruton, el auge de la tecnología de la comunicación.
A la cabeza de las compañías más innovadoras de la época estaba Marconi, que fue fundada por el inventor italiano Guglielmo Marconi, quien hizo una pionera transmisión transatlántica, y cuya compañía se asoció más tarde con otras para formar Cable & Wireless.
«Las estaciones inalámbricas de Marconi fueron las primeras en anunciar el estallido de la guerra», afirma la historiadora. «También desarrollaron sistemas de transmisión inalámbrica de voz, el avance tecnológico más importante de la Primera Guerra Mundial».
La compañía fue lo suficientemente inteligente como para ofrecer operadores de suministros inalámbricos al gobierno británico para ayudarles a usar los equipos de radio de Marconi, recuerda Bruton. «Querían contratos pero también querían ser bien vistos por el gobierno».
El último millón de libras
Además de la nueva tecnología, el mayor avance fue en la producción, dice Mark Harrison, profesor de Económicas de la universidad de Warwick.
«Los aliados superaron en términos de producción a Alemania y sus aliados y eso fue la base de la victoria», explica.
«(El entonces primer ministro) Lloyd George dijo que la guerra se ganaría con el último millón de libras», afirma Harrison, y fue lo suficientemente listo como para «enviar la máxima artillería» al frente a través del gasto, una estrategia que finalmente resultó ganadora.
A los negocios que consiguieron contratos con el gobierno les fue mejor y eso incluía fábricas de calzados e industrias textiles, apunta por su parte Terry Charman, historiador del Museo Imperial de la Guerra en Londres.
La industria aeronaútica creció considerablemente. «Era una industria artesanal al principio de la guerra pero al final había evolucionado tremendamente», asegura.
¿La última guerra?
Pero los éxitos nunca están exentos de controversia.
Entonces, muchos creían que la Primera Guerra Mundial iba a ser la última de las guerras. Pero otros vieron que había intereses financieros controversiales en marcha.
Smedley Butler era un general estadounidense que después hizo campaña contra el expansionismo militar y vio cómo se cosechaban beneficios al lado de las «recién colocadas tumbas» de la guerra.
En 1935, escribió que la guerra generaba demasiados beneficios como para que no se volviera a repetir y llamó la atención respecto a la inmensa cantidad de dinero que hacían las compañías de acero y de armas en Estados Unidos.
Entre las que mencionó está el fabricante de municiones Du Pont, cuyos beneficios se incrementaron y cuyas acciones, según el New York Times, se dispararon en 374% entre 1915 y 1918.
Las compañías navales también empezaron a ser criticadas por comentaristas como el panfletista antimilitarista JW Kneeshaw, quien señaló en un folleto en 1918 los beneficios de los dueños de navíos.
Por ejemplo, el diario Manchester Guardian informó en mayo de 1917 que la naviera Frederick Leyland & Co pagaba sus dividendos a una tasa de 24,5% en 1915, mientras que sólo un año después, en 1916, lo hacía a 88%.
Los beneficios de la guerra
Los beneficios de la guerra eran una preocupación de los políticos que comenzaron a cobrar algunos impuestos, como la imposición fiscal al exceso de beneficios.
Sin embargo, desde una perspectiva global, a los trabajadores les fue mejor que a los inversores, dice Mark Harrison. «Había pleno empleo y una alta demanda de trabajo, lo que aseguró no solo que se incrementaran las ganancias de los empleados, sino que disminuyese la desigualdad salarial. Y la guerra también supuso que se disparara la inflación».
Pero no todos estaban cómodos con que se hiciera dinero en medio de la pérdida de vidas.
Y la mayoría de los intereses comerciales estaban en contra de la guerra, argumenta Harrison.
«En la década de 1920 fue cuando surgió el mito extendido, especialmente en Alemania y Estados Unidos, de que la guerra era creada por plutócratas que sólo querían hacer dinero de vender armas».
«Pero tan pronto como la guerra acabó, estaban tan débiles que no pudieron frenar a los políticos del mundo de hacer grandes recortes en el gasto militar y volver a los niveles que estaban antes de la guerra», apunta.
Multa a los beneficios
El exceso de beneficios que se creía que podía dañar a la gente era castigado fuertemente.
El diario Western Daily Press informó en noviembre de 1917 que el británico Henry Thompson fue multado con 1.800 libras (equivalentes a unas 90.000 libras de hoy -más de US$146.000-) por vender papas por encima del precio máximo permitido.
A esta amenaza le sacaron el máximo provecho las cooperativas de la época.
En enero de 1918, un anuncio en el Edinburgh Evening News decía que «el movimiento cooperativista es el enemigo confeso del exceso de beneficios».
Otros cambios en la vida comercial británica fueron más nacionalistas o extraños, afirma Terry Charman.
Despido de empleados
Por ejemplo, tener un nombre que sonase alemán como Schweppes era malo para los negocios y muchas compañías hicieron una declaración para dejar patente que eran británicas.
«Lyons Tea demandó a Liptons sugiriendo que su dirección era alemana. Bovril aclaraba en sus anuncios que la gerencia de la empresa era completamente británica y que siempre lo había sido», explica, mientras que hoteles y restaurantes aseguraban haber despedido a todos sus empleados alemanes y austriacos.
A algunos trabajadores de EE.UU., la guerra los ayudó a recibir un tratamiento más favorable por parte de las autoridades, dice Hugh Rockoff, profesor de economía de la Universidad de Rutgers.
«Muchos afroamericanos pudieron desplazarse al norte y al centro del país para trabajar en industrias, un gran beneficio para ellos, pese a que debían enfrentar gran antagonismo que a veces acababa en enfrentamientos a causa de la raza», dice.
Además, el prestigio del movimiento sindical aumentó y participó en la formación de una política de salarios, recuerda Rockoff.
Mientras Reino Unido iba invirtiendo más dinero en la guerra, los miedos iniciales del gobernador del Banco de Inglaterra de entonces, Walter Cunliffe, fueron aumentando. Días antes de que Reino Unido entrara al conflicto, le dijo al entonces ministro de Finanzas Lloyd George que el distrito financiero se oponía «totalmente» a la guerra.
Y al otro lado del Atlántico, la industria que más se benefició fue la de las finanzas y la preponderancia de EE.UU. prevaleció incluso después de la Gran Depresion de 1929.
«Antes de la guerra, Estados Unidos era una nación deudora y el centro financiero del mundo estaba en Londres», explica Hugh Rockoff.
«Después de la guerra, EE.UU. se convirtió en acreedor y el centro financiero mundial pasó a estar en Wall Street.»
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