Los expertos desvelan los 6 momentos clave de la Reconquista: «Forjaron la España de hoy»
Daniel Gómez Aragonés y Gonzalo Rodríguez inauguran una serie de charlas exclusivas para suscriptores de ABC Premium
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La hora bruja arranca a eso de las siete, con los diez minutos de cortesía española en pos de los que han batallado por una plaza de párking. La sede de ABC se ha engalanado hoy para la primera –que no la última– charla sobre el pasado entre un puñado de suscriptores y dos expertos de la talla de Daniel Gómez Aragonés y Gonzalo Rodríguez. El uno, miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo; el otro, doctor en Historia. Y ambos, bien conocedores de la época sobre la que versa este encuentro: la Reconquista. Ese período de ocho siglos que, en sus palabras, contó con una serie de «momentos clave» que forjaron los mimbres del país que disfrutamos hoy.
Arrancan fuerte los expertos. «La Reconquista es uno de los rasgos característicos de la historia de España. Somos el resultado de ella». Rodríguez habla con intensidad para la docena de afortunados que han acudido a esta tertulia. Por el momento buscan algo íntimo, un evento en el que todos los presentes puedan participar; hete aquí el porqué del número. Y eso, que este periódico ha recibido una extensa lista de solicitudes. «Para unirse a las charlas que haremos, basta con ser suscriptor de ABC. Es uno de los eventos específicos para ellos», explica Gómez. La acogida ha sido muy buena. Y eso, supone además un soplo de energía para un periódico que, desde hace casi dos décadas, apuesta por la Historia con mayúsculas.
¿Reconquista?
Qué mejor para empezar la tarde que desentrañar la eterna pregunta: ¿qué fue la Reconquista? Antes de dar su opinión, los expertos abren el turno de intervenciones. «Los ocho siglos que tardamos en desplazar a los que nos vencieron en el 711», afirma un suscriptor. Asienten los presentes. Pero la polémica –debate más bien– no tarda en brotar de la mano de otro asistente: «Fueron 800 años… Y desde entonces han pasado 500. Creo que fue un tiempo de guerras, pero que también hubo momentos de verdadera amistad y hermandad que fomentaron la mezcla de culturas». Se hace el silencio, y Rodríguez toma la palabra: «¡Pues nuestra tesis es la contraria!». Una risotada conquista la sala; cosas del ‘petit comité’.
Los expertos no niegan que, durante la Reconquista, la península se convirtió en una tierra de fronteras. Y en ellas, como es lógico, hubo intercambios comerciales y cierta mezcolanza social. Las diferentes culturas incluso compartieron algunos territorios. Sin embargo, entienden el proceso como «el retroceso constante» de los límites del territorio musulmán. «Es cierto que el tercio norte de España saltó en pedazos por culpa de la invasión y que, tras la batalla de Guadalete, se perdió el tesoro real y cayó Toledo. Sin embargo, después de Covadonga comenzó un proceso que no ha tenido ningún otro país de Europa. No hubo retrocesos; en ningún momento se volvió a llevar a los cristianos hasta las montañas», confirma Gómez.
También sostienen que, por mucho que se insista, no podemos ver la historia con los ojos de la actualidad. «En España se sucedió la cruzada del sur. En este período se dio una guerra entre dos religiones opuestas. La cosmovisión de cada una, las coordenadas sociales y de creencias, eran irreconciliables», insiste Rodríguez. Saben que son argumentos controvertidos en esta época de buenismo, pero es lo que toca: esto es historia. Y de paso, arremeten contra «aquellos» –ese ente que no se materializa, pero sobrevuela los libros y las redes sociales– que rechazan el término de Reconquista por anacrónico y ‘facha’. «En las fuentes ya había un anhelo de unidad y en los reinos cristianos se tenía conciencia de ‘restauratio hispaniae’», completa Gómez.
Aquella restauración tuvo, en palabras de Rodríguez, cinco momentos clave que se sucedieron después de que don Pelayo se armara contra el invasor desde las montañas norteñas. Esos hitos sin los que, en palabras de Rodríguez, «España no sería cristiana»: las batallas de Covadonga, de Simancas, de las Navas de Tolosa y del Río Salado, y la guerra de Granada. Aunque Gómez interrumpe a su colega para añadir uno más: «El punto de inflexión determinante se dio en el 1085 con la toma de Toledo, la que fue nuestra Roma o nuestra Constantinopla. No era una ciudad más, era clave, la capital del reino de España». No le falta razón, pues se convirtió en el centro de los desvelos para restaurar el reino visogodo, el ‘regnum hispaniae’.
Batalla de Covadonga
El primer momento clave fue la contienda de Covadonga, que poca presentación necesita: la victoria en el 722 de un puñado de cristianos dirigidos por don Pelayo contra una fuerza enviada desde el sur. A nivel histórico existen dos versiones de esta batalla. Por un lado, las crónicas alfonsinas explican que «Alqama, el dirigente musulmán, mandó comenzar el combate y los soldados tomaron las armas». Afirman que los enemigos usaron fundíbulos para lanzar piedras contra «la casa de la Santa Virgen María, que estaba dentro de la cueva», pero que estos no lograron impactar. Y termina con unas cifras exageradas: casi 125.000 contrarios fallecidos.
La versión musulmana es diferente, pero corrobora la existencia de la batalla. En ella, se afirma que unos pocos miles de soldados al mando de Alqama acudieron a Galicia para combatir contra «un asno salvaje llamado Pelayo». En palabras de los enemigos, los soldados árabes cercaron a las tropas cristianas hasta que estas murieron casi en su totalidad de hambre. Así queda patente en los textos elaborados por el historiador Ahmed Mohamed al-Maqqari en el siglo XVI. Gómez y Rodríguez son claros: «La batalla existió y marcó un punto de inflexión. Desde entonces no hubo más retrocesos». A su vez, les parece absurdo que haya expertos que renieguen de su importancia.
Batalla de Simancas
El segundo episodio clave es más desconocido: la batalla de Simancas. «Fue determinante. En agosto del 939, Ramiro II de León detuvo a las tropas del califa Abderramán III. Este había salido de Córdoba para destruir León, y contaba con un gran ejército de 100.000 soldados», explica Rodríguez. La victoria cristiana consolidó su dominio sobre las tierras ubicadas al norte del Duero y, en palabras de los expertos, permitió a los reinos cristianos iniciar la repoblación de los territorios ubicados hacia el sur. A su vez, añaden los historiadores, el monarca contaba con la ayuda de otros territorios como Navarra. «El golpe acabó con el empoderamiento del califato y demostró que su enemigo era más fuerte de lo que creía», bromea el experto.
Conquista de Toledo
Para Gómez, la conquista de Toledo en 1085 fue el tercer hito de la Reconquista, y con razón: «Fue clave a distintas niveles. A nivel geoestratégico, por ser la gran ciudad del centro peninsular, y a nivel militar porque permitió el control del valle medio del Tajo. Pero, más allá de estas cuestiones, lo más valioso fue el carácter simbólico de la reconquista de Toledo. Era la recuperación de la ‘urbs regia’, de la antigua capital del reino godo. Su reconquista resonó en todo el norte cristiano pero también en el sur musulmán, norte de África y en gran parte de Europa». No fue, desde luego, un hecho baladí.
Asimismo, y siempre según el experto, la entrega pactada de la urbe marcó el reinado de Alfonso VI, monarca de León y de Castilla, y la vida de figuras como las del Cid Campeador o Álvar Fáñez. «Por parte musulmana hubo una reacción inmediata, primero con los almorávides y, posteriormente, con los almohades, que tenían muy claro que debían recuperarla para la media luna», añade. Con todo, los cristianos sabían que contaba con un carácter simbólico para su religión, y por eso no la dejaron escapar jamás. «Por último, también tuvieron un gran valor la cantidad de leyendas que se generaron alrededor de la reconquista toledana, lo que viene a confirmar la magnitud del hecho», completa.
Desde Toledo, corazón de la península, terminaron de expandirse los tentáculos cristianos. «A partir de la reconquista ya sabemos lo que vino… Los arzobispos francos, las derrotas de Alfonso VI, la legitimación de Urraca I, el enterramiento de Alfonso VII, la escuela de Traductores, Alfonso VIII y las Navas de Tolosa, el gran arzobispo Jiménez de Rada, la indiscutible primacía de la Catedral de Toledo y de su arzobispo en España, Fernando III…», sentencia. Y solo ha puesto unos pocos ejemplos.
Batalla de las Navas de Tolosa
Fue un lunes 16 de julio de 1212, con un calor infernal, cuando se sucedió el cuarto hito que marcó la Reconquista para nuestros historiadores. Aquella jornada, en mitad de Sierra Morena, un ejército formado por castellanos, aragoneses, navarros y cruzados europeos dejaron atrás sus peleas territoriales y disputas políticas para unirse frente al ejército del califa almohade Muhammad An-Nasir, más conocido como Miramamolín. Alfonso VIII, escocido todavía por derrotas como la de Alarcos, se jugó el todo por el todo y, de la mano de Pedro II y Sancho VII, propinó un duro golpe a sus contrarios. «La victoria supuso que el reino de Toledo quedaba libre de peligro. Fue la contienda más importante del medievo», sostiene Gómez.
ABC ha tratado en profundidad esta batalla en las últimas semanas. Según explicó a este diario Francisco García Fitz, catedrático en Historia Medieval y autor de ‘Las Navas de Tolosa. La batalla del castigo‘ (Desperta Ferro), fue un evento clave en Europa. «Hay más de 150 testimonios de crónicas desde Escocia hasta Italia y desde Austria a Portugal. En monasterios europeos en los que no sabían lo que sucedía en la península hubo referencias a la contienda», explicaba. A su vez, el experto desvelaba que el «gran muñidor» de la reunión de los tres monarcas cristianos fue el papado, y que, gracias al impulso de la religión, el ejército liderado por Alfonso VIII de Castilla pudo asentar sus reales tras Despeñaperros, que ahí es nada. Si supuso o no el declive del califato está por ver, pero, desde luego, fue un duro revés para el enemigo.
Batalla del Río Salado
El quinto hito es otra batalla olvidada en las páginas de nuestra historia: la del Río Salado, allá por Cádiz. El lunes 30 de octubre de 1340, las tropas castellanas y portuguesas, unos 20.000 soldados en total, vencieron a orillas de este río a un ejército musulmán tres veces superior en número. Aquel golpe de mano fue clave en el devenir de la Reconquista. Por un lado, detuvo en seco el que, a la postre, fue el último intento musulmán por invadir la península. Por otro, y según nuestros expertos, «impidió que los benimerines estableciesen un paso seguro» a través del Estrecho. «Fueron derrotados y no pudieron cruzar jamás», completa Gómez.
La guerra de Granada
El culmen de toda esta Reconquista, confirman, fue la guerra de Granada y la toma de la urbe. La toma de la ciudad, el último reducto musulmán de la península, fue siempre el gran objetivo de los Reyes Católicos. Y las cifras así lo demuestra el que las donaciones para acometerla alcanzaran hasta los 500 millones de maravedíes. Todo ello, impulsado de forma directa por Isabel la Católica, «la mujer más importante de la historia de la humanidad», en palabras de Gómez. La entrega de la urbe se sucedió el 2 de enero de 1492.
Origen: Los expertos desvelan los 6 momentos clave de la Reconquista: «Forjaron la España de hoy»