Macabro hallazgo: matar a recién nacidos en Europa hace 400 años era más común de lo que se pensaba
Una investigación sugiere que el ‘aborto posparto’ podría haberse dado hasta en un tercio del total de niños nacidos vivos y que no era delito.
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El infanticidio «rutinario» de recién nacidos por parte de padres casados en la Europa moderna temprana fue una práctica mucho más extendida de lo que se pensaba anteriormente, según una nueva investigación académica.
Este hallazgo se encuentra en el libro Death Control in the West 1500–1800: Sex Ratios at Baptism in Italy, France and England (Control de la muerte en Occidente 1500-1800: proporciones de sexo en el bautismo en Italia, Francia e Inglaterra), escrito por el profesor Gregory Hanlon y otros investigadores y publicado en inglés por la editorial Taylor & Francis.
Este historiador del comportamiento, formado en Francia y especializado en la historia de la Europa moderna temprana, explica: «En la mayoría de los casos, el infanticidio era un delito que no dejaba a ninguna parte agraviada buscando venganza si se cometía de inmediato. Podía pasarse por alto y olvidarse con el paso del tiempo».
Infanticidio generalizado
Hanlon, que es Profesor Distinguido de Investigación en la Universidad de Dalhousie en Canadá, llama la atención sobre el alcance limitado de la investigación existente hasta ahora, que nunca se ha centrado en las proporciones de sexo de los bebés llevados al bautismo dentro de horas o días después de su nacimiento.
Estos registros revelan aumentos sorprendentes en el número de bautismos masculinos después de las hambrunas o enfermedades.
Las víctimas podrían haber constituido hasta un tercio del número total de nacimientos vivos, en la ciudad y el campo, entre católicos y protestantes, según el estudio.
Hanlon señala: «Los historiadores en Occidente se han basado casi exclusivamente en registros de juicios penales en los que madres solteras o mujeres casadas que llevaban hijos no engendrados por sus esposos ocultaban sus embarazos y mataban a sus recién nacidos solas o con cómplices femeninas. Las madres casadas infanticidas pueden haber sido cien veces más numerosas».
La investigación de Hanlon sugiere que en la Toscana rural en el apogeo del infanticidio, las víctimas podrían haber constituido hasta un tercio del número total de nacimientos vivos.
Utilizando registros bautismales y censos eclesiásticos de decenas de parroquias en Italia, Francia e Inglaterra, Hanlon muestra patrones similares de infanticidio tanto en la ciudad como en el campo, tanto para católicos como para calvinistas y anglicanos.
En la Toscana rural del siglo XVII en Italia, Hanlon sugiere que los padres parecían estar dispuestos a sacrificar a un niño si era gemelo, optando por quedarse solo con uno de los recién nacidos. En la ciudad italiana del norte de Parma, Laura Hynes Jenkins encontró que los padres de clase trabajadora preferían las niñas en lugar de los niños.
El colaborador Dominic J. Rossi encuentra un claro patrón de preferencia por las niñas en la ciudad francesa de Villeneuve-sur-Lot después de 1650.
Rossi, uno de los cinco exalumnos que contribuye al libro, plantea la idea de que «las familias de estatus inferior querrían casar a sus hijas al mismo tiempo que las condiciones económicas les permitieran hacer planes a largo plazo para el movimiento social».
Mientras tanto, Evan Johnson, otro colaborador, encuentra evidencia para demostrar que los padres de clase alta en Mézin rural mostraban una clara preferencia por mantener a los recién nacidos varones.
Así actuaba la justicia
El libro de Hanlon y sus colaboradores arroja luz sobre los muchos bebés cuya existencia no fue registrada y cuyas muertes quedaron impunes.
Hanlon llama la atención sobre las medidas punitivas laxas tomadas por los delitos de infanticidio y señala: «Los tribunales actuaban casi exclusivamente contra las madres solteras, pero solo si mataban deliberadamente al recién nacido. El simple abandono no era un delito comparable».
Los roles del Estado y del sistema de justicia penal se examinan rigurosamente en el estudio, junto con las realidades de la pobreza y las estructuras de clase social. El libro establece paralelismos entre las historias de infanticidio y las discusiones actuales sobre los derechos reproductivos.
«El infanticidio es asesinato, por supuesto, pero la gente no consideraba este asesinato como un delito«, explica Hanlon, quien dice que «la mayoría de las personas podían vivir con ello como un hecho desagradable de la vida».
Como señala la editorial, Hanlon y sus colaboradores invitan a los lectores a enfrentarse al infanticidio como objeto de estudio más allá de un enfoque moralista, para comprender las ramificaciones de esta práctica social en nuestros tiempos actuales.
Origen: Macabro hallazgo: matar a recién nacidos en Europa hace 400 años era más común de lo que se pensaba