21 noviembre, 2024

Ni genocidio ni independencia india: las mentiras históricas de Gustavo Petro sobre el Imperio español

Retrato de Simón Bolívar (1783-1830)
Retrato de Simón Bolívar (1783-1830)

La afirmación sobre el ‘yugo español’ va sintonía con el relato hegemónico y ya caduco de los criollos libertadores que encabezaron el conflicto contra la Corona en nombre de los oprimidos

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Gustavo Petro, presidente de Colombia, ha visitado este miércoles España, donde ha sido recibido por las autoridades con los correspondientes honores, entre ellos la concesión del Collar de la Orden de Isabel La Católica. Todo ello horas después de que el colombiano haya recordado lo importante que fue para su país sacudirse «el yugo español»: «La única manera de vencer en aquel entonces era que el ejército libertador fuese más poderoso que el ejército del yugo y no podía hacerse si a ese ejército no entraban los indígenas, los negros, los pobres, los sin camisa, el trabajador». Una afirmación que ni es muy diplomática ni muy histórica. Basta mencionar que la cantidad de tropas indígenas del bando realista superaba por mucho a la de los rebeldes en la batalla de Ayacucho (1824), la más decisiva de las Guerras de Emancipación.

La afirmación sobre el ‘yugo español’ va sintonía con el relato hegemónico y mitificado de los criollos que encabezaron el conflicto contra la Corona en nombre de los oprimidos. Estos españoles nacidos en América se presentaron como las voces y guardianes de los indígenas frente al malvado Imperio español, a pesar de que el tiempo demostró que la independencia empeoró, en la mayoría de casos, las condiciones de vida de la población indígena y que solo una minoría de la población se movilizo en su apoyo.

Según defiende el historiador británico John Lynch, de la Universidad de Yale, en su biografía sobre Simón Bolívar «los liberales de la posindependencia consideraban que los indígenas eran un obstáculo para el desarrollo nacional y creían que la autonomía que habían heredado del régimen colonial debía terminar mediante su integración a la nación. En Colombia y Perú, los nuevos legisladores trataron de destruir las personas jurídicas con el fin de liberar las tierras indígenas y movilizar la mano de obra indígena».

A esto se sumaba los particulares prejuicios del libertador hacia los indios. «De todos los países, es tal vez Sudamérica el menos apropósito para los gobiernos republicanos, porque su población la forman indios y negros, más ignorantes que la raza vil de los españoles, de la que acabamos de emanciparnos», apuntó en una correspondencia con los británicos cuando ya había concluido la guerra contra los realistas.

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Criollos, castas, indios y negros tomaron las armas a favor o en contra del Rey por motivos que no estaban determinados por su condición de descendientes de los conquistados o de los conquistadores. Hoy, la historiografía americana empieza a reconocer que se trató de una guerra civil con características similares a las que se vivían en ese momento en la Península (absolutistas contra liberales) y que, desde luego, sin los españoles americanos la Corona hubiera perdido aquellas tierras a las primeras de cambio. En su libro ‘Elegía criolla. Una reinterpretación de las Guerras de Independencia hispanoamericanas’ (Tusquets Editores), el historiador Tomás Pérez Vejo plantea que para comprender lo ocurrido la categoría de análisis no es la de guerras de independencia, ni el de revoluciones:

«Unas guerras civiles en las que no lucharon españoles contra americanos, ni indígenas contra blancos sino, básicamente, americanos contra americanos, sin que su adscripción a uno u otro bando esté determinado por su origen, etnia o grupo socio-económico».

Una catástrofe biológica

Los discursos de Petro se han caracterizado desde su carrera hacia la presidencia por inflamar sus bases anticoloniales y criticar la conquista española desde postulados propios de la izquierda bolivariana. En agosto de 2020, afirmó que «Bogotá no fue fundada por Gonzalo Jiménez de Quesada, ya existía. La historia indígena no debe ser borrada, dado que existió. Al borrar esa historia solo se impone un relato falso. El de los conquistadores que asesinaron a esos indígenas». Antes, en octubre de 2017, declaró que «el 12 de octubre se conmemora una invasión, un genocidio, una conquista, un saqueo. Jamás hubo un descubrimiento». Además, el año pasado hizo que la espada de Simón Bolívar, libertador de Colombia, estuviese presente en su toma de posesión, frente a lo cual el Rey Felipe VI optó por no levantarse.

Paisaje Rural del Nuevo Reino de Granada según un grabado de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. ABC

Sobre estas afirmaciones vale recordar que la conquista de América no fue concebida como un genocidio. Para empezar el propio concepto, esto es, el exterminio sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad, hace referencia a un fenómeno del siglo XX y no encaja con las leyes dictadas por la Corona española para la defensa de los indígenas americanos. Ningún país de Europa hizo tanto por combatir los excesos en los procesos de poblamiento y colonización como esa España de los Reyes Católicos y luego los Austrias, entre otras razones porque entendían que lo importante era la conversión al cristianismo de estos indios por encima de razones políticas o económicas.

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No obstante, para los más pragmáticos, como el hispanista Joseph Pérez, la principal razón por la cual no tiene ni pies ni cabeza que los conquistadores organizaran un exterminio sistemático de los indios no está relacionado con la religión o los derechos humanos, sino con el hecho obvio de que «España no podía matar a la gallina de los huevos de oro». La expansión en América y la explotación de recursos por parte de un grupo tan pequeño de personas como eran los españoles que viajaron al nuevo continente necesitaba de la cooperación de los locales.

Ningún país de Europa hizo tanto por combatir los excesos en los procesos de poblamiento y colonización como esa España de los Reyes Católicos y luego los Austrias

Lo que sí es cierto es que la población indígena sufrió un descenso drástico en pocas décadas causado por enfermedades que para ellos eran desconocidas. Los habitantes de América habían permanecido aislados del resto del mundo y pagaron a un alto precio el choque biológico. Cuando las enfermedades traídas desde Europa, que habían evolucionado durante miles de años de Humanidad, entraron en contacto con el Nuevo Mundo causaron miles de muertes frente a la fragilidad biológica de sus pobladores. Un sencillo catarro nasal resultaba mortal para muchos indígenas. El resultado fue la muerte de un porcentaje estimado del 95% de la población nativa americana existente a la llegada de Colón debido a las enfermedades, según los cálculos del ecólogo Jared Diamond.

Bogotá no existía

Lo que es la actual Colombia sufrió un proceso similar al resto del continente. En 1499 el territorio fue descubierto para los europeos por Alonso de Ojeda, que llegó allí desde la cercana Santo Domingo, tocando tierra en el Cabo de la Vela. Pero no fue hasta 1525 cuando los españoles comenzaron un proceso en Colombia a través de Rodrigo de Bastidas, que fundó el primer asentamiento en el territorio: Santa Marta. La ciudad es la más antigua de Colombia y la segunda de América del Sur. En 1533, Pedro de Heredia fundó Cartagena de Indias y lo convirtió en el principal centro de comercio de la zona.

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El conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada tomó el relevo internándose en el interior de este territorio, al tiempo que el conquistador Sebastián de Belalcázar se dirigía hacia Ecuador. Los partidarios de ambos se enfrentaron en los siguientes años por el control del Nuevo Reino de Granada, de la que Santa Fe de Bogotá sería más tarde su capital.

Retrato de don Gonzalo Jiménez de Quesada ubicada en el Palacio Liévano. Salón Gonzalo Jiménez de Quesada. ABC

En contra de la declaración de Petro, Bogotá no existía como tal hasta la llegada de los españoles. En su primer acercamiento el 6 de agosto de 1538, Quesada ordenó construir doce chozas en la región de Bacatá, conocido como Teusaquillo, una tierra poblada por los muiscas, sin tener en cuenta las instrucciones de la Corona acerca de cómo debía establecerse un poblado.

El 22 de abril de 1539, ya en presencia de Sebastián de Belalcázar y Nicolás de Federman se realizó una fundación en firme donde sí se designaron los sitios para la iglesia principal, la casa de gobierno, la prisión o cárcel, así como los solares para los primeros vecinos, tras lo cual «jefes y soldados, extranjeros y chibchas, se entregaron a festejar el bautismo de aquella ciudad (…) Todos se dirigieron a las orillas del (río) Fucha, y allá hicieron carreras de caballos, danzas y juegos de cañas». El mestizaje social y cultural estaba en marcha para dar lugar a lo que hoy es una de las ciudades más pobladas y cosmopolitas del continente.

En cualquier caso, el principal problema de los discursos como el de Petro es que dan pie a pensar que la única historia que cuenta es la indígena y que esta es incompatible con la europea. La historia de América, como la de todo el mundo, es mestiza y está en constante evolución.

Las costumbres, cultura e instituciones de Colombia tienen hoy más que ver con el antiguo virreinato que con los pueblos precolombinos. La presencia virreinal duró tres siglos de convivencia y también choque con la población indígena, cuyas reclamaciones han sobrevivido muchos años a la marcha de los españoles. Colombia ha estado ocupado más tiempo por el Imperio español de lo que lo ha estado bajo la etapa republicana o de lo que lo estuvo bajo cualquier otro pueblo.

Origen: Ni genocidio ni independencia india: las mentiras históricas de Gustavo Petro sobre el Imperio español

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