Pasajes de la Biblia que demuestran que Dios no es tan bueno como pensábamos
«A media noche saldré a recorrer Egipto y en Egipto morirán todos los primogénitos, desde el primogénito del Faraón que se sienta en el trono, hasta el de la esclava que mueve la piedra del molino, y todos los primeros nacidos de los animales».
«Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor», afirma uno de los versículos más aludidos de la Biblia. La bondad del supremo y cada uno de los sentimientos que emergen del Dios cristiano suelen ser los argumentos de peso del credo más extendido del mundo para predicar con la palabra y mantener una misión evangelizadora alrededor del globo. sin embargo, algunos pasajes bíblicos cuenta de todo lo contrario.
Un Dios vengativo, intolerante y autoritario se manifiesta en el Antiguo Testamento, causando toda clase de inclemencias a quienes no convergen con la moral cristiana: desde las plagas que azotaron Egipto, hasta la ordenanza de muertes a no creyentes, son algunos actos que según el libro sagrado, fueron provocados por Dios:
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El Diluvio Universal
Se trata de uno de los castigos más decisivos de Dios en el Antiguo Testamento. Convencido de que «todos los mortales en la tierra seguían los caminos del mal” y por lo tanto, la vida en este planeta estaba corrompida, el ser supremo se arrepiente de la creación del hombre y decide la tormenta, posiblemente adaptada del relato primigenio de la cultura mesopotámica contenido en la Epopeya de Gilgamesh:
«Se arrepintió pues, de haber creado al hombre y se afligió su corazón. Dijo: «Borraré de la superficie de la tierra a esta humanidad que he creado, y lo mismo haré con los animales, los reptiles y las aves, pues me pesa haberlos creado»».
Posteriormente, el pasaje relata las instrucciones que Dios dio a Noé para la construcción del arca, advirtiéndole sobre el diluvio y finalizando con el pacto que celebra con la humanidad representado por un arcoiris.
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Sodoma y Gomorra
Según el relato bíblico, Dios apareció frente a Abraham y le reveló su plan para destruir ambas ciudades, en virtud del comportamiento de sus ciudadanos. A pesar de que Abraham abogó por la salvación de «los justos» (mucho menores en número que quienes cometieron actos en contra de la voluntad del Señor), la decisión final fue descargar una tormenta de azufre y fuego sobre el cielo de ambos pueblos.
«Tu hermana Sodoma y sus aldeas pecaron de soberbia, gula, apatía, e indiferencia hacia el pobre y el indigente. Se creían superiores a otras, y en mi presencia se entregaron a prácticas repugnantes. Por eso, tal como lo has visto, las he destruido».
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La muerte de los niños por osos
Un pasaje poco conocido de la Biblia se encuentra en el Segundo Libro de los Reyes: la historia da cuenta de la vida y obra del profeta Eliseo, que de regreso a Betel es víctima de algunos jóvenes, que gritan burlándose su calvicie. Eliseo responde maldiciéndolos en nombre de Dios y por designio divino, dos osos salen de lo espeso del bosque para acabar con ellos:
«De allí, Eliseo subió a Betel. Iba subiendo por el camino cuando unos niños pequeños salieron de la ciudad y se burlaban de él, diciendo: «¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!» El se dio la vuelta, los vio y los maldijo en nombre de Yahvé. Salieron dos osas del bosque y destrozaron a cuarenta y dos de ellos. De allí Eliseo partió para el monte Carmelo, y regresó a Samaria». (2 Reyes, 2:23-25)
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El infanticidio en Egipto
La historia de las plagas que azotaron Egipto por designio divina es bien conocida por la mayoría de los creyentes a través de gloriosas adaptaciones al cine y la televisión que muestran una a una las calamidades que Dios desató sobre el pueblo egipcio para poner fin a la esclavitud de los hebreos. Entre el Nilo convertido en sangre, ranas, moscas y langostas, la última plaga llama la atención por su crueldad: la muerte todos los primogénitos de Egipto.
«Moisés dijo: “Esto dice Yahvé: A media noche saldré a recorrer Egipto y en Egipto morirán todos los primogénitos, desde el primogénito de Faraón que se sienta en el trono, hasta el de la esclava que mueve la piedra del molino, y todos los primeros nacidos de los animales.Y se escuchará un clamor tan grande en todo Egipto como nunca lo hubo ni lo habrá jamás».
