27 abril, 2024

¿Por qué Stalin buscó en secreto la tumba de un guerrero mongol durante la II Guerra Mundial?

Los arqueólogos soviéticos, analizando los restos de Tamerlán en 1941 ABC
Los arqueólogos soviéticos, analizando los restos de Tamerlán en 1941 ABC

El líder soviético estaba tan obsesionado por encontrar el sepulcro de Tamerlán, conquistador del siglo XIV que asesinó a 17 millones de personas, que desvió recursos, dinero y espías a esta tarea arqueológica mientras combatía contra Hitler

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Cuentan que en la lápida de Tamerlán hay grabada en la piedra la siguiente maldición: «Aquel que abra esta tumba se enfrentará a un enemigo más cruel que yo». La advertencia aparece también en varios textos históricos del Islam, que aseguran que quien se atreva a profanar sus restos, despertará a los demonios, y al tercer día, el temido conquistador mongol del siglo XV, responsable del asesinato de más de 17 millones de personas, regresará del más allá para traer la guerra y la devastación, tal como hizo en vida.

Todo esto, sin embargo, pesó menos para Stalin que su obsesión por recuperar los restos del famoso guerrero para demostrar que él y todos los soviéticos eran sus descendientes. Para encontrar el origen de está historia oculta de la Segunda Segunda Guerra Mundial debemos remontarnos a las conquistas del gran Amir Timur Gorgan, más conocido como Tamerlán, en la segunda mitad del siglo XIV. En sus 68 años de vida, el caudillo turco-mongol, sucesor de Gengis Khan, reunió a un Ejército de 70.000 hombres, arrasó miles de ciudades y construyó un imperio descomunal.

Con el nombre de Timúrida, todo el territorio dominado por Tamerlán tenía una extensión de ocho millones de kilómetros cuadrados, los cuales abarcaba lo que hoy es Turquía, Siria, Irak, Kuwait, Irán, Kazajistán, Afganistán, Rusia, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguizistán, India y Pakistán. Tan solo se le resistió China. En el otoño de 1404, sin embargo, nuestro protagonista se trasladó a Otrar, ciudad al sur de Kazajistán, para encabezar la invasión de este último reino, que vivía una etapa de esplendor bajo la dinastía Ming. Para su desgracia, la empresa resultó un desastre.

A la enorme extensión de China se sumaron las duras condiciones del invierno, la escasez de suministros y las dificultades en las comunicaciones. Aquello hizo que el emperador mongol enfermara y falleciera sin ver cumplido su sueño. Su cadáver fue trasladado hasta la capital de su imperio, Samarcanda, en la actual Uzbekistán, y enterrado en el Mausoleo de Gur-e Amir, que significaba ‘Tumba del Rey’ en persa. Un monumento enorme que sirvió de modelo para la arquitectura funeraria de la época y del mismo Taj Mahal.

Tesoros incalculables

La obsesión de Stalin por encontrar esta tumba comenzó en la década de 1920, mucho antes de la Segunda Guerra Mundial. El futuro líder soviético estaba decidido a demostrar que él y, por extensión, la Unión Soviética, eran los legítimos herederos de todo aquel territorio de Asia Central. Para él, encontrar el sepulcro no solo era un acto de prestigio nacional, sino que podría proporcionar recursos valiosos para la lucha contra el capitalismo y el imperialismo occidental, pues estaba convencido de que contenía tesoros incalculables. Además, pensaba que este personaje histórico encarnaba el espíritu de lucha y la tenacidad que la URSS necesitaba para combatir al enemigo.

Tamerlán descansó en paz hasta que, el 20 de junio de 1941, un equipo de arqueólogos soviéticos abrió la tumba para estudiar sus restos y esclarecer si era descendiente del gran Gengis Khan, según los documentos de la época. El encargo, como no podía ser de otra manera, procedía de Stalin, que dio la orden una vez comentada la guerra con los nazis. El líder comunista estaba tan obsesionado por este asunto arqueológico, que parecía preocuparle más que las amenazas de Hitler.

La maldición parecía haberse hecho realidad, porque la conquista de la URSS por parte de Alemania comenzó tres días después de que la tumba de Tamerlán fuera profanada por los arqueólogos soviéticos. Stalin, convencido de que los nazis no rompieran con el pacto de no agresión que habían firmado en agosto de 1939, seguía la expedición científica con mucho interés en las semanas previas al ataque. La expedición estaba a cargo del antropólogo Mikhail Gerasimov, que llegó al mausoleo Gur-e Amir para localizar el sepulcro.

Agua de rosas

Los restos de Tamerlán estaban embalsamados con almizcle y agua de rosas, envueltos también con paños de lino e introducidos, por último, en un ataúd de ébano. Allí se encuentra todavía el monumento, que es visitado por turistas de todo el mundo para ver la sala donde supuestamente se halla su tumba decorada con oro. Antes de la Segunda Guerra Mundial, no obstante, se descubrió que la enorme piedra de jade que supuestamente escondía el cuerpo de Tamerlán no era tal, y que sus restos, en realidad, estaban en una cripta subterránea.

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En aquel lugar había reposado el cadáver durante más de cinco siglos hasta que Gerasimov, experto en la reconstrucción de restos humanos, llegó a Samarkanda. Su objetivo era exhumar y analizar lo que quedaba del emperador mongol y averiguar si fue descendiente de Genghis Khan y si se podía emparentar con Stalin y los soviéticos. Algunos de los mandos del Ejército creyeron que la profanación de la tumba les había echado una maldición con graves consecuencias en su enfrentamiento contra los alemanes. Una teoría que llegó a oídos del mismo Stalin e influyó en algunas de sus decisiones militares durante la Operación Barbarroja con la que Hitler intentó conquistar la URSS.

Un anciano encargado de vigilar el mausoleo suplicó a Gerasimov que no abriese el sarcófago, pero este no le hizo caso. Su gloria estaba por encima de cualquier creencia, así que, el 19 de junio de 1941, se dispuso a abrir el sepulcro con un equipo de cámaras que le grabó protagonizando aquel hito y levantando el cráneo de Tamerlán para mostrarlo al objetivo con gesto triunfal. Esta película fue enviada de inmediato a Moscú para que pudiera ser vista por Stalin y, tan solo tres días después, en la madrugada del 22 de junio de 1941, el ‘Führer’ iniciaba la citada invasión.

Operación Barbarroja

A pesar de la urgencia del momento, en la que se produciría el trágico sitio de Leningrado con sus millones de civiles rusos muertos de hambre y frío, los restos de Tamerlán fueron trasladados a Moscú, donde fueron analizados detenidamente por Gerasimov. El antropólogo fue capaz de reconstruir, efectivamente, la cara de Tamerlán desde los restos de su calavera. Gracias al análisis del esqueleto, este confirmó que ‘El Azote de Alá’, como se hacía llamar el emperador mongol a sí mismo, era bastante alto para su época. Medía 172 centímetros, pero sufría una pronunciada cojera en un pie, tras romperse el fémur y la rótula, y no podía levantar el brazo derecho por una antigua herida de guerra.

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«Cinco décadas después de estos acontecimientos, uno de los operarios de cámara que asistieron a la apertura del sepulcro contó los detalles del episodio en un documental de la televisión estatal rusa. Según este técnico, el equipo cinematográfico fue enviado al frente para seguir haciendo su trabajo, y sería allí en donde los operarios explicarían lo relativo a la supuesta maldición al general Gheorgi Zhukov, quien escuchó la historia con mucha atención y prometió hacer lo que estuviera en su mano. Al parecer, Zhukov logró convencer a Stalin de que lo mejor para el destino de la Unión Soviética era que los restos del emperador mongol descansaran en su tumba», cuenta Jesús Hernández en ‘100 historias secretas de la Segunda Guerra Mundial’ (Tempus, 2009).

Otra coincidencia que hizo creer en aquella maldición es que, finalmente, el cuerpo de Tamerlán fue trasladado por vía aérea a Samarkanda y nuevamente enterrado en el sepulcro, tal y como pedía Zhukov, y el VI Ejército alemán del general Friedrich Paulus fracaso en su intento de invadir Stalingrado justo en el momento en que estaba a punto de conseguirlo. La resistencia de los soviéticos fue tal que, dos meses después, incluso tuvo que rendirse.

Origen: ¿Por qué Stalin buscó en secreto la tumba de un guerrero mongol durante la II Guerra Mundial?

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