¿Quiénes son las «mujeres jirafa» y qué sucede con sus cuellos? – Historia – culturacolectiva.com
Con una intro sonorizada muy al estilo de los 80 y 90, con una suerte de loop sintetizado lleno de notas electrónicas, comenzaba «Ripley’s Believe It or Not». Ya fuese con la versión conducida por el difunto y siempre en nuestros corazones Jack Palance, o el reboot que tomó a Dean Cain como host del programa, todos recordamos una infancia amenizada –o devastada– gracias a la barra televisiva de antaño, repleta de shows que intentaban tanto entretener como educar a sus espectadores; nada como lo que vemos hoy en History Channel o los intentos fallidos de la NBC por resurgir proyectos que tampoco le hablan a nuestra época. Le hayamos odiado o amado, esta serie que mezclaba datos históricos, dramatizaciones y un poco de sensacionalismo decimonónico fue un parteaguas para que, por lo menos, conociéramos por referencia visual a otras culturas o inusitadas extravagancias del mundo.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Lo que comenzó como un fanzine en los años 30, emulando un tanto a los almanaques del Record Guiness, lleno de dibujos y relatos extraordinarios por Mr. Ripley, nos hizo receptivos a una visión de la humanidad que pocas veces se había dado con tanto éxito entre la cultura popular; sin embargo, perspectiva que no provocaba más que asombro sin curiosidad informada la mayor de las veces. Un caso ejemplar de ello es el de las llamadas “mujeres jirafa”, esos cuerpos femeninos con el cuello lleno de argollas y caminando tan rectos como fuese posible. Ahora la pregunta es, ¿sabemos realmente de dónde provienen esas mujeres y por qué cuentan con esa apariencia? ¿O seguiremos teniéndolas en el imaginario como un simple adorno y una referencia de la rareza humana, justo como en los Freak Shows de principio de siglo XX?
Las mujeres de la tribu Kayan Lahwi, mejor conocida como Padaung, son un grupo étnico de Myanmar y Tailandia que, como se ve en las fotos que acompañan este texto, siempre han causado fascinación entre la sociedad occidental hasta el grado de convertirlas en divertimento ramplón, sin siquiera preocuparnos por su verdadero origen o, peor aún, suponiendo vaguedades de gabinete en cuanto a sus motivos y costumbres. Estas imágenes fueron captadas en 1935 cuando algunas de ellas visitaron Londres para convertirse en la atracción principal en diversos espectáculos.
De lo que tenemos registrado hasta ahora, se sabe que estas mujeres adoptan dichos aros en su cuello desde los cinco años, aproximadamente, y que estos no alargan su cuello, sino que ocasionan una ilusión óptica debido a que por su peso y posición presionan las clavículas y por ende, disminuyen o comprimen el tamaño del torso.
Las razones que se le han dado a esta tradición son varias y siempre caen en el escándalo o la maravilla populachera; de entre éstas podemos destacar dos, una que argumenta creencias espirituales en torno a las argollas y la otra que le justifica como método de anti-rapto o no esclavismo. Igual se ha sugerido que es para rendir tributo a la figura del dragón, tan venerada por su cultura. No obstante, todas estas suposiciones se caen por falta de documentos que avalen al argumento y les hagan salir del terreno de la especulación fantástica.
A la fecha, este grupo sobrevive en Tailandia más como un recurso de atracción turística que, sí, logra rescatar y respetar la identidad del grupo, pero que sobre todo, les permite ingresos económicos en un mundo capitalizado hasta el último de sus rincones. Las mujeres Padaung se han convertido en un negocio cada vez más lucrativo para los operadores turísticos al norte de tal país, donde se les cobra a los visitantes una cantidad arriba de 10 dólares por verles en su día a día; ante esto la comunidad no tiene objeción alguna, saben que si no fuese así no tendrían dinero y perecerían como tribu.
Debido a este nuevo acercamiento, se sabe entonces que ellos, como miembros de este grupo, tampoco saben los motivos exactos para usar estos anillos; a su vez, desmienten que sea a través de una iniciación espiritual, que sea un mecanismo de defensa tanto metafísico como político, y que de hecho desconocen una razón en específico para hacerlo que obedezca a un uso heredado.
Lo que sí pueden asegurar es que mientras más largo sea su cuello, más bellas llegan a sentirse, más cercanía sienten con la cultura que les ha visto nacer.
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