Strindberg, en el filo de la navaja
Jordi Guinart nos ofrece una sagaz y completa biografía -la primera en español- del atormentado, controvertido y fascinante escritor sueco
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No es extraño que al novelista, ensayista y dramaturgo sueco Per Olov Enquist (1934) le sedujera la figura de su compatriota August Strindberg (Estocolmo, 1849-1912) y decidiese convertirlo en protagonista de «La noche de las tríbadas» (traducción española en Nórdica). Esta pieza, escrita por Enquist convulsamente en 1975, en poco más de diez días, y de la que nos habla en sus memorias «Otra vida» (Destino) -cuenta jugosas anécdotas como el estreno de la obra en Broadway en 1977-, le alzó como el autor teatral sueco del siglo XX más representado. En España, la subieron a las tablas, entre otros, Fabià Puigserver en 1979 en el Teatre Lluire, donde se recuperó dos décadas después bajo la batuta de Lluís Pasqual, y José Carlos Plaza el pasado año en la madrileña Nave 73.
Amado y odiado
Ahora lo hace Miguel del Arco en un potente montaje. Que mejor momento, pues, para sumergirnos en la biografía strinbergniana -la primera en español-, que nos propone Jordi Guinart en su «Strindberg. Desde el Infierno», publicada por Funambulista. Guinart, apasionado de Strindberg, ha escrito un magnífico acercamiento a su biografiado, donde podemos comprender mejor las célebres palabras del gran cineasta Ingmar Bergman, que llevó varias de sus obras a escena en numerosas ocasiones: «Me ha acompañado toda la vida: lo he amado, lo he odiado y he lanzado sus libros contra la pared. Lo único que no he podido hacer nunca es deshacerme de él». Porque Strindberg, polémico, contradictorio, incomoda y fascina a partes iguales. Por ejemplo, puede irritar su constante sobreactuación para crear un personaje de sí mismo, que, más allá de sus trastornos psíquicos -se habla de psicosis, paranoia y esquizofrenia-, tenía mucho de chantanje emocionalhacia los otros. Pero indudablemente fascina un carácter y una vida que se paseó siempre por el filo de la navaja y nos invita a un viaje para audaces que no tengan miedo a descender a los abismos del alma.
Por eso, con toda razón, subraya Guinart que «leer a Strindberg supone una experiencia intensísima» por «su escritura afilada y provocadora, su lenguaje exacerbado, de un ritmo frenético desconocido en la literatura sueca de su tiempo; su personalidad hiperbólica y poliédrica; su arrojo para atreverse con todo y cuestionarlo todo; su perpetúa búsqueda de nuevas ideas guiadas por una intuición genial».
Todo en la existencia del autor de «La señorita Julia» es conflictivo desde su nacimiento, fruto del matrimonio entre el comerciante Carl Oscar Strindberg, hombre autoritario con quien tuvo permanentes encontronazos y broncas, y la piadosa Ulrika Eleanora Norling, que había trabajado en el servicio doméstico, algo que le marcaría enormemente. No es casual que titulara «El hijo de la sierva», su novela autobiográfica. Su carrera profesional -no descubrió su vocación de escritor de buenas a primeras, y fue bibliotecario, profesor, pintor, alquimista y fotógrafo- tampoco estuvo alejada de disputas y enfrentamientos y las críticas le afectaban profundamente.
Fracasos de pareja
Y en su cotinianidad vivió la mayor parte del tiempo acosado por las deudas, incluso por la miseria, pues cuando tenía dinero en no pocas ocasiones actuaba como un consumado manirroto.
Las relaciones con las mujeres fueron especialmente tormentosas. Se casó tres veces, con Siri von Essen -su matrimonio con esta se aborda en «La noche de las tríbadas»-, con Frida Uhl y con Harriet Bosse. En los tres casos el resultado fue un desastre absoluto -sobre todo su divorcio de Siri fue muy borrascoso- y han corrido ríos de tinta sobre su supuesta misoginia.
Jordi Guinart estudia y analiza la vida y el temperamento de Strindberg de manera sagaz y pertinente, ya que su admiración no le impide, sino todo lo contrario, indagar, contrastando documentos y fuentes, sopesar cuánto había de verdad y de ese deseo de construir un personaje a través de su propia producción, sobre todo en obras de raigambre autobiográfica como «El hijo de la sierva», «Alegato de un loco», «Fermentación« e «Inferno».