TODOS LOS ROSTROS: ¿Refugiados sin refugio?: Algunos Hombres y Mujeres Justos
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!
Memoria visual de los presos antifranquistas y de los represaliados por el fascismo y el franquismo en la España de la guerra civil y postguerra
«España no es España,
que es una inmensa fosa,
que es un gran cementerio rojo y bombardeado:
los bárbaros la quieren de este modo.
Será la tierra un denso corazón desolado,
si vosotros, naciones, hombres, mundos,
con mi pueblo del todo
y vuestro pueblo encima del costado,
no quebráis los colmillos iracundos.»
Y el futuro no desmintió a Miguel Hernández en estos premonitorios versos suyos de «Vientos del Pueblo». España fue convertida en una inmensa fosa, en un denso corazón desolado. Los bárbaros así lo quisieron y las naciones, hombres y mundos no pudieron quebrar sus colmillos iracundos. Pero algunos hombres justos, sin poder aplicar remedio a la tragedia, si pretendieron paliarla. Y muchos de ellos lo hicieron –particularmente, o en representación de los gobiernos de sus países de origen– luchando denodadamente por evacuar a decenas de miles de refugiados de la ominosa ratonera en la que se había convertido el suelo francés en Europa y África tras la invasión de Polonia por los nazis en 1939. Pero ya antes, mucho antes, otros hombres y mujeres también just@s se habían esforzado en poner a buen recaudo, sanos y salvos, a miles de españoles que desde territorios aún fieles al gobierno legal de la República Española optaron por expatriarse para no ser objeto y víctima de los desmanes incontrolados y crueles de los golpistas alzados.
Así, por ejemplo, fueron cerca de 20.000 los niños y adultos que a bordo del transatlántico «Habana», del yate «Goizeko-Izarra», del torpedero republicano «Ciscar», del paquebote francés «Meknés» o de los mercantes galos «Montesquieu», «Carinare», «Ploubazlanec», «Chateau Margaux» y «Chateau Palmer» fueron evacuados entre el 6 de mayo y el 13 de junio de 1937 desde Bilbao, Santurce y otros pueblos del norte de España con destino a puertos franceses e ingleses, siendo muchos de ellos reexpedidos desde Francia o Inglaterra a la Unión Soviética, Bélgica, Noruega o Suiza.
También desde las costas asturianas, otras decenas de miles de refugiados habían sido rescatados con destino a Francia por los patrones y tripulación de los barcos «Abascal», «Somo», «Toñín», «María Elena», «Alice Mary», «Branden», «Celta», «Galea», «Mieres», «Moletón», «Mydol», «Santiago López», «Stanmore», «Trésgastel», «Cabo Corona», «Zurriola», etc., etc. Pero, tras estas expediciones, entre ellas seis del «Habana», la caída del frente norte y la toma de Bilbao por las tropas franquistas el 19 de junio de 1937 pusieron fin a las evacuaciones desde puertos vascos y asturianos.
Estas evacuaciones masivas –que en su gran mayoría terminaban en suelo francés– se vieron impulsadas hacia América por los activos planes del gobierno izquierdista del general mexicano Lázaro Cárdenas. En la primavera de 1937, Cárdenas ofreció cuidados y refugio a miles de niños españoles (conocidos más tarde como «Los niños de Morelia»), acogiéndolos en residencias, colegios y casas particulares tras unas semanas de navegación a bordo del buque «Mexique».
Pero la derrota republicana y los vientos de guerra europeos, lejos de amainar el voluntarismo altruista de Cárdenas y de su gobierno, provocaron que el presidente mexicano se propusiera trasladar a TODOS los exiliados españoles hacia Méjico. Éstos, que habían superado el medio millón en suelo francés (en el trabajo «Las mazmorras del exilio» de la colección «El franquismo, año a año» de EL MUNDO, Celia G. Naranjo los cuantifica en 650.000), se habían reducido considerablemente tras el retorno a España hacia finales de 1939 de un cuarto de millón de refugiados, quienes se sintieron atraídos y esperanzados –quizás ingenuamente, ya que miles fueron asesinados y decenas de miles, presos– por las falsas promesas de perdón del falsario general Franco. Otros 250.000 permanecían en Inglaterra, en Rusia, en la Francia metropolitana y en colonial aguardando infructuosamente que la comunidad internacional de democracias occidentales junto con la Unión Soviética decidieran intervenir contra el régimen fascista de Franco, aprovechando el inicio del conflicto bélica europea.
Y fueron a éstos 250.000 –muchos de ellos, prisioneros de los campos de concentración franceses– a los que Cárdenas se dirigió, ofreciéndoles asilo, trabajo y compromiso político. Para ello, el gobierno mejicano envió a sus representantes Susana Gamboa, Fernando Gamboa, Narciso Bassols y a los hermanos Antonio y Rodolfo Haro Oliva y a su embajador en Francia Luis I. Rodriguez Taboada, los cuales, en heroica, peligrosa y muy precaria labor, se ocuparon de contabilizar, entrevistar, encuestar y organizar a los refugiados españoles. Además, el 1° de julio de 1940, el presidente Cárdenas instruyó a Luis I. Rodríguez Taboada, para que comunicara al gobierno de Pétain que Méjico estaba dispuesto a aceptar a todos los refugiados españoles residentes en Francia. El mensaje de Cárdenas a Luis I. Rodríguez fue el siguiente: «Instrucciones del presidente Lázaro Cárdenas a Luis I. Rodríguez, ministro plenipotenciario de México en Francia. Mensaje recibido en Biarritz el 1 de julio de 1940.Con carácter urgente manifieste usted al gobierno francés que México está dispuesto a acoger a todos los refugiados españoles de ambos sexos residentes en Francia. Diga usted que este gobierno está tomando medidas conducentes para llevar a la práctica esta resolución en el menor tiempo posible. Si el gobierno francés acepta en principio nuestra idea, expresará usted que desde el momento de su aceptación todos los refugiados españoles quedarán bajo protección del pabellón mexicano. Asimismo, de aceptar el gobierno francés sugiera usted la forma práctica para realizar estos propósitos en la inteligencia de que en atención a las circunstancias nos dirigimos a los gobiernos alemán e italiano comunicándoles nuestro deseo. Conteste urgentemente. Presidente Cárdenas» (documento tomado del libro «Misión de Luis I. Rodríguez en Francia. La protección de los refugiados españoles, julio a diciembre de 1940». SRE-Colmex-Conacyt: México, 2000.». Luis I. Rodríguez inició una compleja negociación con el gobierno francés que involucró también a los gobiernos de Alemania e Italia, y que concluyó con la firma de un convenio entre México y Francia para garantizar la protección de los refugiados españoles. Este extraordinario y sobrehumanamente generoso esfuerzo del mejicano Luis I. Rodríguez –que no contó nunca con el reconocimiento de sus compatriotas y de los españoles– fue continuado por su sucesor, el también hombre «justo entre los justos» Gilberto Bosques, el cual arriesgó su vida en Francia llegando a ser detenido por la GESTAPO, durante su ingente defensa en favor de la causa de la República Española en el exilio (ver el contenido íntegro de http://www.raoulwallenberg.net/, página dedicada a divulgar los valores de solidaridad y coraje cívico que animaron las gestas de los Salvadores del Holocausto).
En consecuencia, tras la derrota de Polonia y acuciados por la inminente invasión de Hitler sobre Bélgica y Francia, el gobierno mejicano en conjunto y personalmente Lázaro Cárdenas asumen como si fuera un asunto interno propio el trabajo de evacuación y, en colaboración inicialmente con el SERE (Servicio de Emigración de Republicanos Españoles) creado por el doctor Negrín y más tarde con la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles) controlada por Indalecio Prieto y la CAFARE(Comisión Administradora del Fondo de Auxilio a los Republicanos Españoles, ya en 1942 y sin la participación de Cárdenas), organizan frecuentes y muy diversas expediciones transatlánticas hacia Méjico.
A estos fletes de refugiados (por ejemplo, tres trayectos del «Mexique») se les unieron las expediciones organizadas por el SERE en el antiguo y afamado buque inglés «Sinaia» (con 1.800 refugiados) o el «Ipanema» (con 994 exiliados) y otras muchas, organizadas y financiadas por los mismos embarcados, o por organizaciones filantrópicas estadounidenses –como los meritorios Cuáqueros— la JARE o el Comité Británico de Ayuda a los Republicanos Españoles, tales como los tres viajes del «Siboney», o los numerosos trayectos del «Saint Dominique», el «Isert», el «Orizaba», el viejo trasatlántico «Flandre» (al menos, tres expediciones), el «La Salle» (dos viajes), el «Cuba» (2.000 exiliados en tres trayectos), el «Orinoco», el «Leerdan»,el «Monterrey», el «Iberia», el «Laredo», el «Perros Quirec», el «Sheaf Spear», el «Winnipeg» (con tres expediciones, la primera organizada por Pablo Neruda), el «Mendoza» (retenido con Rafael Alberti en el mar de La Plata hasta la finalización del combate naval entre el «Graff Spee» alemán y los buques ingleses «Ajax», «Achilles» y «Exeter»), el «Capitán Paul Lemerle» (pasaje mixto de judios y españoles, como muchos otros embarques), el interminable y catastrófico viaje del «Alsina»(pasaje multiétnico, con Alcalá Zamora a bordo), el «Nyassa» (tres expediciones, alguna también con pasaje mixto de judios y españoles), el «Quança» (nuevamente con Alcalá Zamora a bordo), etc., etc., todos los cuales sirvieron para llevar a América a miles y miles de refugiados, bastantes de los cuales tuvieron puntos de destino diferentes a Méjico, tales como Nueva York, Argentina o la República Dominicana.
Entre los hombres y mujeres justos tampoco podemos olvidar, por ejemplo, a Natalio Botana, periodista bonaerense que donó de su propia hacienda 50.000 dólares a los 150 refugiados del «Massilia» y convenció a Roberto Ortiz, presidente de Argentina, para que autorizara a los refugiados a desembarcar y a permanecer en el país de forma legal.
Inolvidable fue también la obra solidaria y altruista del ya mencionado poeta Pablo Neruda y de la diplomática Delia del Carril, quien como enviados del Gobierno chileno y de su presidente Pedro Aguirre Cerda, se expusieron en Francia a graves problemas con gobierno y autoridades en su labor de organización de los 2000 refugiados españoles que acabaron embarcando felizmente en el carguero propiedad de la France Navigation «Winnipeg», el conocido como «barco de la esperanza» con destino a Arica, Valparaiso y Santiago de Chile.
En suma, una labor callada la de estos hombres y mujeres justos, que supieron dar cobijo y pudieron salvar la integridad y la vida de decenas de miles de refugiados españoles (al menos, 50.000, de los cuales unos 30.000 recalaron en Méjico) y judíos, entre 1939 y 1942.
Vaya pues para los Cuáqueros estadounidenses, para Luis I. Rodríguez Taboada, Gilberto Bosques, Pablo Neruda, Delia del Carril, Natalio Botana, Lázaro Cárdenas, Susana Gamboa, Fernando Gamboa, Narciso Bassols, Antonio Haro Oliva y Rodolfo Haro Oliva mi reconocimiento y mi homenaje.
El homenaje a los «Justos entre los Justos».
Refugiados españoles en un campo de concentración en el sur de Francia, 1939.
Refugidos españoles en el campo francés de Saint Cyprien.
Refugiados españoles en Inglaterra. 1938.
Desde la orilla francesa, refugiados españoles observan los daños ocasionados por los bombardeos ffranquistas y los combates en Irún.
Españoles trabajadores forzados en una Compañía de Trabajadores francesa.
Refugiados españoles en ¿Argeles-Sur-Mer?
Exiliados españoles en un campo de concentración francés.
Exiliados de Santa Bàrbara en el campo de concentración de Saint Cyprien 1939.
La gendarmería francesa en el campo de concentración de Bram ejercía una constante vigilancia.
La vigilancia de los refugiados por los soldados coloniales senegaleses en el campo de concentración de Bram era continua.
Refugiados españoles haciendo cola en un campo francés.
Más de 3600 desplazados rusos, polacos, franceses, belgas, españoles, armenios, argelinos, chchos, italianos, etc., son alimentados en un campo de refugiados inglés en 1940.
Refugiados españoles en un campo francés.
Un refugiado duerme al raso en el Campo de Saint-Cyprien, foto Julián Oliva.
Exiliados españoles integrados en Compañia de Trabajadores Extranjeros reparando vías de ferrocarril en Saint Cyprien.
Refugiados asturianos huyen del avance franquista en un pequeño pesquero.
Huyendo de Santander y de los pueblos y aldeas colindantes, cientos de leales al gobierno buscan un hueco en uno de los barcos que navegan hacia Francia.
El «Habana» en el puerto de Bilbao 1937.
El «Ipanema»
El «Sinaia»
Postal de el «Winnipeg»
El «Winnipeg»
Distribución por edades de los niños de Moleria del «Mexique».
Ruta del «Winnipeg» entre junio y septiembre de 1939.
Refugiados españoles embarcando.
Refugiados españoles a punto de embarcar en el «Winnipeg».
Refugiados españoles embarcados hacia América.
Refugiados españoles embarcados hacia México.
Refugiados al sol, durante la travesía.
Refugiados españoles durante su travesía a América.
El «Sinaia», primer gran barco de emigrados españoles hacia México. Foto Hermanos Mayo.
Refugiados en el «Winnipeg».
Arriba, vida a bordo del Sinaia.
Refugiados españoles durante la travesía a América.
Niñas refugiadas españolas en el «Winnipeg».
Los «Niños de Morelia» desembarcando en Méjico.
Niños republicanos españoles a su llegada a México.
El Presiente Lázaro Cárdenas, con algunos de los niños españoles refugiados recién llegados a Méjico.
Arriba, algunas instantáneas del final de la travesía del «Sinaia».
Llegada del «Sinaia» al puerto de Veracruz 1939. 1.599 emigrados exiliados españoles han viajado gracias a las aportaciones de un comité inglés de ayuda, con aportaciones de los cuáqueros ingleses y americanos.
Arriba, algunos momentos de la llegada del «Sinaia» a Méjico.
Los refugiados españoles del «Sinaia» desembarcan en Méjico.
En Inglaterra, niños vascos llegan a un campo de refugiados del Ejército de Salvación.
Campamento de niños refugiados vascos, en Bretaña.
Campamento de niños refugiados vascos, en Bretaña.
Exiliados españoles del «Winnipeg» desembarcan en Valparaíso, 1939.
Homenaje de los refugiados españoles exiliados al Presidente del país que los acogía, Pedro Aguirre Cerda.
Los refugiados descienden por la pasarela del Winnipeg, 1939.
Momento del desembarque en Veracruz, Mejico, de los refugiados españoles que llegan en el «Ipanema».
Desembarco del «Winnipeg» en 1939.
Arribada de un barco de exiliados españoles al puerto mexicano de Veracruz en 1939.
Arribo de uno de los contingentes de refugiados españoles a Veracruz.
Autoridades locales, entre las que se encontraba el Alcalde de Valparaíso, dieron la bienvenida a los exiliados españoles junto al sitio A del espigón, 1939.
Bienvenida en Méjico a los refugiados españoles.
JUSTOS ENTRE LOS JUSTOS
Luis I. Rodríguez Taboada, embajador de Méjico en Francia.
Lázaro Cárdenas, presidente de Méjico.
Gilberto Bosques, embajador de Méjico en Francia.
Narciso Bassols, representane mejicano en Francia.
Pablo Neruda y Delia del Carril, representantes del gobierno chileno en Francia.
Origen: TODOS LOS ROSTROS: ¿Refugiados sin refugio?: Algunos Hombres y Mujeres Justos