20 abril, 2024

El campo nazi latinoamericano que nadie conoce y mató a miles de inocentes – Cultura Colectiva

El infierno se encuentra en la Tierra, en diversas latitudes, en diferentes tiempos, con distintos nombres y bajo diferentes apariencias. Colonia Dignidad, en el sur de Chile, durante los años 1991 a 2005, fue una de esas representaciones del Averno y lugar del mal en el que cientos de inocentes murieron de manera cruel. Asimismo, el demonio se encuentra en este mismo planeta, en diversas latitudes, en diferentes tiempos, con distintos nombres y bajo diferentes apariencias. Uno de esos terribles demonios fue el cruel y sanguinario enfermero alemán del partido nazi Paul Schäfer, el cual sirvió para el Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué tienen en común el sitio mencionado y este oscuro personaje, al cual la historia ha mantenido en cierto olvido?

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Cuando el conflicto terminó y el partido al que pertenecía se tambaleaba tras la derrota, Schäfer, dotado de un poder de persuasión brutal a pesar de su miserable condición física (pequeño de estatura, le faltaban un ojo y un pulmón y su intestino estaba incompleto) comenzó a reclutar a familias enteras y niños sin padres para crear una secta de la cual él sería líder y guía espiritual.

En el momento en que las autoridades comenzaron a investigar lo concerniente a los crímenes nazis, Paul Schäfer huyó a Chile para evitar ser atrapado e interrogado. Con el argumento de que el lugar al que se dirigían sería una especie de paraíso lleno de prosperidad y bondad, Schäfer fue seguido hasta Sudamérica por sus adeptos, centenares de mujeres, hombres y niños que ignoraban el negro destino que les esperaba lejos de su país. Hubo algunos que vendieron todas sus posesiones para financiar el viaje y la futura construcción del lugar donde la secta se asentaría.

Schäfer y sus adeptos llegaron a un territorio escondido en el sur de Chile: una especie de granja remota y alojada entre la naturaleza. Pronto, el enfermero comenzó a dar muestras de la tiranía y crueldad que impondría durante los siguientes años. Primero separó a las familias al considerar que la unión carnal era algo prohibido, pecaminoso y contrario a la filosofía de la secta. Los niños fueron llevados a un lugar lejano para evitar todo contacto con sus padres.

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Muy pronto, para dolor y mala suerte de los que vivían en Colonia Dignidad, Schäfer comenzó a comandar a su microsociedad con base en los castigos, la represión y la reclusión en un sitio cercado con alambres que daban descargas eléctricas. Los trabajos forzados eran el pan de cada día con jornadas laborales extenuantes de más de 10 horas en las que participaban tanto adultos como niños. En el interior, el horror comenzó a suscitarse en la piel de los habitantes, mientras que en el exterior, los que conocían la sociedad la calificaban como un modelo idílico de autosuficiencia. Especialmente la ultraderecha chilena veía con buenos ojos el nacimiento de esta sociedad.

Horst Schaffrick viajó con sus padres hacia este nuevo paraíso prometido cuando tenía tres años de edad. Él fue uno de los tantos niños abusados por el dirigente alemán, quien relata de la siguiente manera los abusos del enfermero exnazi: «Cada noche escogía a un ayudante que tenía que dormir con él y abusaba de nosotros. Yo pensaba que era normal. No tenía padres a quienes preguntar ni libros ni televisión ni radio que me pudieran ilustrar». Su caso fue uno de tantos que se dieron durante el tiempo de vida de Colonia Dignidad, en la que más que dignidad o buen trato para sus habitantes existían el miedo, la violencia y la maldad.

En Colonia Dignidad existían las reglas enfermizas y los brutales castigos. Aparte del aislamiento al que estaban sometidos los niños, los hombres y las mujeres, se prohibía terminantemente cualquier contacto visual entre sexos opuestos, cuando llegaban a cruzarse, ya que para el líder esto representaba un acto pecaminoso de desobediencia y transgresión a Dios. En las noches, cuando todos se reunían bajo las órdenes del “sacerdote”, éste comenzaba un sermón que terminaba con el castigo al o los infractores. La manera en que se les aplicaba la sanción era por medio de un linchamiento general acompañado de una salva de insultos.

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En la colonia no existía nada del mundo exterior que pudiera envenenar la mente de sus habitantes. A los niños no se les hablaba de sexo, no existían medios de comunicación que les informaran sobre los acontecimientos del mundo. Nadie podía salir del lugar y los que se atrevían a escapar (sólo cinco pudieron hacerlo) eran severamente castigados. Los terribles muros que se cernían sobre ellos eran un cerco de maldad, ignorancia y fanatismo que muy pronto los sumió en la desesperanza. Para tratar los gestos de rebeldía que algunos se atrevían a cometer, el remedio era una terapia de electrochoques. El dinero no existía, la música era un entretenimiento inexistente. Todo eran trabajos forzados, violencia y destrucción del alma.

La sombra de Pinochet llega a la secta

En 1973, Augusto Pinochet derroca al entonces presidente chileno Salvador Allende mediante uno de los golpes militares más crueles de la historia de la humanidad. A partir de ese momento, Schäferpermite que la policía secreta de Pinochet se instale en los sótanos de Colonia Dignidad para llevar a cabo crueles interrogatorios y torturas. Todos eran realizados por Paul Schäfer, un experto en la materia. Colonia Dignidad pronto se convirtió en un cementerio de opositores al nuevo régimen.

El lugar no sólo funcionó como centro de torturas e interrogatorios. Se convirtió en un centro de inteligencia en el que exmiembros del partido nazi llegaron para impartir cursos sobre técnicas de tortura, montaje de explosivos e inteligencia a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), asimismo, la colonia se convirtió en un lugar donde se fabricaban armas y se les distribuía entre miembros de la dictadura chilena.

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Fue hasta 1997 que la justicia chilena comenzó a sospechar sobre las actividades ilícitas y las violaciones a los derechos humanos que se cometían en el terrible reino del horror de Colonia Dignidad. Cuando sintió el peligro acosándolo, Paul Schäfer huyó dejando al frente a un consejo de sabios que mantuvieron en funcionamiento la colonia hasta el 2005, cuando todo llegó a su fin con la detención de Schäfer en Argentina. Los que estaban prisioneros tuvieron la oportunidad de salir y conocer de qué se trataba la vida real. Se enfrentaron a una situación que jamás hubieran imaginado: el mundo era algo más que los abusos sexuales y el confinamiento. Allá había oportunidad de conocer el amor, la libertad y una vida libre de días oscuros.

Muchos de los liberados regresaron a Alemania, sin embargo, otros tantos prefirieron quedarse al sentir que no había algo más para ellos. Se habían convertido en gente prisionera, en autómatas sin alma. Colonia Dignidad hoy recibe el nombre de Villa Baviera. Se le recuerda como uno de los lugares que guardan una memoria funesta llena de dolor e injusticia para muchas víctimas.

La vida está llena de historias ocultas y macabras que tienen la capacidad de impactarnos en gran medida y dejarnos ver que el alma humana es un demonio o monstruo a partes iguales. Muestra de ello es la historia de “la familia asesina que aterrorizó Argentina“. Descubre cómo este país se convirtió en un centro de operaciones para el Tercer Reich luego de leer “El festejo nazi en Argentina que la historia oficial ocultó“.

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Referencias

BBC
La Prensa

Origen: El campo nazi latinoamericano que nadie conoce y mató a miles de inocentes – Cultura Colectiva

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