La verdadera causa del colapso de la República romana, revelada
El historiador Josiah Osgood afirma en su nuevo ensayo histórico que la guerra entre Catón el Joven y Julio César puso los mimbres de la destrucción del sistema político y el paso posterior a la dictadura
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Ni las Púnicas, ni los enfrentamientos internos con Pompeyo Magno. Para Josiah Osgood, doctor en clásicas por la Universidad de Oxford, la guerra que condenó a la República romana fue la que mantuvieron Marco Porcio Catón –más conocido como Catón el Joven– y Julio César en el siglo I a.C. Así lo explica a ABC, sin tapujos ni medias lenguas: «Sí, la disputa causó directamente su caída». Aunque reducir la enemistad que existía entre ambos a una frase es quedarse muy corto. Por ello, ha alumbrado el ensayo ‘César contra Catón’ (Crítica); porque entiende que es necesario que, de una vez por todas, se comparen dos figuras antónimas, pero condenadas a convivir en el tiempo. Una, la del primero, famosa por su terquedad, pero también por defender un sistema que consideraba corrupto. Otra, la del futuro dictador, ansiosa por tumbarlo para sentar sus reales en la poltrona.
–Cuesta ordenar dos vidas paralelas. Así que vayamos a la relación entre ambos ¿Su enemistad se debió a sus diferencias políticas, o hubo algo más?
Había un elemento personal en su enemistad. César era un mujeriego que amaba las cosas buenas de la vida. Coleccionaba arte y gemas preciosas y vestía como un ‘dandy’. Catón era mucho más puritano, aunque disfrutaba bebiendo vino. Odiaba el culto al placer de su enemigo. Para colmo, entre las muchas amantes de César se encontraba la propia hermana mayor de Catón. Puede usted imaginar lo mucho que le enfureció aquello…
–Se suele decir que estos personajes eran diferentes en todo, hasta en sus gustos por el sexo…
César era, probablemente, el mayor mujeriego de Roma. Incluso sus soldados se burlaban de él por sus múltiples amoríos. Los chismes también sostenían que, cuando era joven, en el servicio militar, se había acostado con uno de los reyes de Oriente, Nicomedes, que era mucho mayor que él. Fue objeto de burlas por ello. Le llamaron ‘el hombre de toda mujer y la mujer de todo hombre’. Para los romanos, ser varonil significaba tener autodisciplina, por lo que, curiosamente, si un hombre era mujeriego, se le podía acusar de afeminamiento.
A cambio, la vida sexual de Catón tuvo sus propios escándalos, y César estaba más que feliz de denunciarlos. Se divorció de una de sus esposas, Marcia, porque otro hombre, un poderoso aliado político, quería que ella le diera un hijo. De hecho, estaba embarazada cuando Catón se separó de ella. Años más tarde, cuando murió su nuevo marido, ambos se volvieron a casar.
–¿Fueron las diferencias entre Catón y César el preludio de la caída de la República?
Sostengo que la disputa entre Catón y César, así como sus respectivos partidarios, causó directamente la caída de la República Romana. Los dos hombres tenían ideas radicalmente diferentes sobre quién debería ostentar el poder y con qué propósito. César quería el poder para sí mismo. Creía en expandir el imperio romano y dar tierras y dinero a los hombres comunes y corrientes que luchaban en su ejército. Catón vio las ambiciones de César como la mayor amenaza para Roma y pensó que había que detenerle pasara lo que pasara. Al intentar destruirle, Catón acabó destruyendo la República.
–¿Cómo veía cada uno de ellos los problemas de la República? Parece que Catón abogó por la reforma, mientras que César, por su destrucción…
Sí, Catón fue un reformador. Creía que las instituciones de Roma, como las asambleas populares y el Senado, funcionaban bien. Pero también sentía que el dinero estaba contaminando la política. Una práctica habitual era que los políticos se valieran de sobornos para llegar al poder y, a continuación, sangraran las provincias del imperio para pagar sus deudas. Para Catón, esto trajo la deshonra a Roma y dañó los intereses romanos. Él presionó para que se supervisara de forma más estricta el dinero público y se aprobaran nuevas leyes que regularan el gobierno de las provincias.
–¿Podríamos definir a Catón como la punta de lanza de la oposición al Triunvirato que César formó con Pompeyo y Marco Licinio Craso?
Catón inspiró la oposición a César. Siempre se podía contar con él para endurecer la columna vertebral de sus oponentes. Sin embargo, temía la guerra civil. Cuando llegó la crisis final, fueron los políticos de varias de las familias más nobles de Roma quienes lideraron formalmente el esfuerzo contra César. Este había construido una gran base de poder en la Galia (más o menos la Francia moderna) librando allí una larga guerra. Pero en Roma, las grandes familias antiguas dominaban el cargo de cónsul. Recordaba a los viejos tiempos de las Guerras Púnicas.
–¿Cómo afectó a cada uno de ellos la revuelta de Sila en el 88 a.C.? En la obra, le otorga gran importancia.
Una de las cosas más inquietantes de la historia de Catón y César es que ambos crecieron en la terrible guerra civil entre el general Sila y sus oponentes. Durante un breve período, César, todavía un adolescente, estuvo en peligro y se vio obligado a esconderse. A lo largo del resto de su vida, siempre tuvo olfato para conocer las conspiraciones en su contra y tomó medidas extremas cuando se sintió en peligro. Para Catón, por su parte, la lección de Sila fue que nunca más se debía permitir que un general con su ejército marchara sobre Roma. El miedo de Catón no eran las amenazas contra él mismo, sino los tiranos.
–El episodio más famoso entre ambos fue el juicio contra Catilina en el 63 a.C.. Y, curiosamente, Catón salió victorioso… ¿Por qué?
El debate en el Senado entre César y Catón versaba sobre qué hacer con cinco conspiradores que habían sido sorprendidos con las manos en la masa en un complot para derrocar al gobierno electo. Catón pensó que los cinco eran traidores y debían ser ejecutados de inmediato. César advirtió que habría un retroceso si, como ciudadanos que eran, terminaban asesinados sin juicio. Más tarde se demostró que César tenía razón, pero en el Senado triunfó Catón.
–¿Eran ambos buenos oradores?
Lo eran. Catón tenía talento para transmitir que sus opiniones estaban ligadas a los ancestros romanos, y esto resultaba convincente para los senadores. Los romanos sentían una reverencia casi mística por su historia.
–¿Qué futuro imaginaba cada uno de ellos para Roma?
Catón creía que el gobierno republicano tradicional debía continuar. El pueblo elegiría a los funcionarios y aprobaría leyes. El papel del Senado sería controlar a los generales demasiado ambiciosos. Quería poner fin a las grandes guerras de conquista. Parte de su visión se hizo realidad bajo los emperadores con la ‘pax Augusta‘. César quería expandir el imperio y nutrirlo con colonias de ciudadanos romanos. Anhelaba una capital mucho más grandiosa con colosales edificios de mármol. Gran parte de su visión se hizo realidad. El principado fue, al final, más cesariano que catoniano, pero incorporó ideas de ambos hombres.
–¿Diría que sus vidas fueron paralelas? Incluso sus muertes son similares…
La idea de que estos enemigos tenían vidas extrañamente paralelas se remonta a un historiador romano, Salustio, quien dio cuenta de ello poco después de que murieran. Aunque era partidario de César, dijo que eran los dos grandes romanos de su generación. Ambos tenían un enorme talento político y disfrutaron de muchos éxitos. En tiempos más modernos, los historiadores a menudo han admirado a César y descartado a Catón. El gran historiador romano Theodor Mommsen llamó a Catón el Don Quijote de la aristocracia romana. Mi opinión es que debemos tomarnos a ambos en serio. Sólo cuando vemos que sus vidas fueron paralelas podremos entender la historia completa del fin de la República Romana con todos sus elementos trágicos.
–¿Cuál diría que es la tesis más revolucionaria de su libro?
Mi libro presta más atención al amargo legado de la primera guerra civil entre Sila y sus oponentes. Nuestra comprensión moderna del trauma nos ayuda a conocer mejor cómo los dolorosos recuerdos de la guerra persiguieron a César, a Catón y a toda su generación. Además, desde la antigüedad es común culpar a ambos del estallido de la guerra civil que destruyó la República, y yo sostengo que, en efecto, tuvieron la culpa. La polarización política tuvo una lógica mortal en la que cada lado pareció promover sus propios intereses; pero, colectivamente, el sistema estaba quemado.
Origen: La verdadera causa del colapso de la República romana, revelada